Editorial - 26 de Octubre

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El miércoles pasado, un nuevo acto de desprecio sacudió a las personas honradas y de buena voluntad de nuestro país. En un golpe al futuro, coartando una vida joven dedicada a la militancia por la cosa común, a las necesidades y anhelos de las mayorías, una patota sindical mató una vez más a un joven luchador. Instantáneamente vinieron a nuestras mentes las imágenes de Maxi y Darío aquél 26 de Junio. Los sectores de poder hegemónicos, una vez más, regaron de sangre digna nuestro suelo. En la Masacre de Avellaneda desde las fuerzas de seguridad, hoy desde mafias que crecieron al amparo de, y haciendo negocios con, quienes hoy se disputan el aparato estatal. Desprecio.

Desprecio por la dignidad y la vida de millones de seres humanos, es lo que demuestran los organismos multilaterales y Estados, al permitir que en pleno siglo XXI, época de la nano y biotecnología, la situación de hacinamiento, indigencia y hambruna genere una epidemia de cólera, esta vez en Haití, país saqueado y condenado a la desaparición por el Capitalismo. Desprecio.

No es nada despreciable, por el contrario, la información que nuevamente brindó el portal de Intenet Wikileaks días pasados, demostrando una vez más cómo la guerra por los bienes de la naturaleza, la invasión lisa y llana de Irak, avanza sobre todo derecho, sobre toda humanidad. Desprecio de los poderosos, hacia quienes estorban el acceso a sus intereses.

Llegados hasta aquí podemos elaborar una primera conclusión: las clases dominantes, en sus ansias de acumulación, en su frivolidad y consumismo, desprecian permanentemente las leyes, desprecian los derechos, la vida y dignidad de millones de personas, que nos vemos sometidas al hambre, las enfermedades evitables, las balas asesinas...

Pero, afortunadamente, no todo es tan simple. El desprecio que ellos ejercen diariamente se enfrenta con quienes no toleramos su prepotencia, violencia y mediocridad. Porque desde mucho antes del asesinato de Mariano miles luchamos por la libertad sindical y la organización desde las bases; porque desde sólo horas después miles y miles nos movilizamos para repudiar sus crímenes. En cada espacio de construcción, en cada lucha que se da en las aulas, fábricas, calles y plazas- ellos se enfrentan a quienes despreciamos sus discursos de consumo incontrolable, a quienes rechazamos su frivolidad televisada, a quienes nos proponen la mediocridad glorificada.

Con mucha bronca por la injusticia, con ansias de seguir siendo un aporte a organizar y potenciar la construcción del Cambio Social, extendemos nuevamente este Catalejo para conocer y entender un poco más el espacio en que existimos, porque no aceptamos ser indiferentes, porque no aceptamos que unos pocos nos sigan imponiendo a los muchos lo que tenemos que decir, pensar y hacer. Porque frente a tanta mediocridad organizada y tanta violencia injustificada va siendo hora de que, desde abajo y a la izquierda, a los explotadores y asesinos, los mandemos a la mierda.

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